Estefanía Esteban López, periodista Española, responsable multimedia en Polegar Medios nos habla en uno de sus artículos sobre las ocho heridas emocionales de la infancia creadas por los padres de familia; las cuales perduran para siempre en nuestra edad adulta. Primero es la humillación la cual crea timidez extrema o prepotencia. El reproche constante mina […]
Por Jaime Ancajima. 22 agosto, 2018.Estefanía Esteban López, periodista Española, responsable multimedia en Polegar Medios nos habla en uno de sus artículos sobre las ocho heridas emocionales de la infancia creadas por los padres de familia; las cuales perduran para siempre en nuestra edad adulta.
Primero es la humillación la cual crea timidez extrema o prepotencia. El reproche constante mina la confianza del niño en sí mismo y se sentirá inferior a los demás, o intentará hacer lo mismo que sus padres hicieron con él.
La ausencia de los padres les creará problemas para entablar relaciones duraderas. El ‘abandono’ les generará un vacío y una serie de miedos y rechazarán el cariño y contacto físico.
La injusticia creará personas autoritarias. Cuando crezca será terriblemente perfeccionista y exigente consigo mismo y con los demás. Será un adulto racional y muy poco dado al sentido del humor.
La traición de sus padres al no cumplir sus promesas crearán personas terriblemente controladoras y perfeccionistas. Serán muy exigente con los demás e incapaces de delegar responsabilidades.
El sentirse rechazado por los padres lo hará huir de los demás y preferir la soledad. El decirle que es ‘un estorbo’ o ‘que no es el hijo que se esperaba’, le dificultará poder expresar sus emociones e incapaz de entablar relaciones personales estables.
El anular las emociones de los niños creará personas muy frías o demasiados impulsivos. Prohibir al niño llorar, sentir ira o miedo, anulará sus emociones básicas. De mayor, será incapaz de gestionar sus emociones porque no aprendió a hacerlo de pequeño, y será un adulto frío y terriblemente racional.
El arrebatarles la infancia creará adultos con constante frustración. El sentir responsabilidades de adultos les hará madurar antes de tiempo y les privará de una infancia que jamás recuperarán.
Finalmente, la falta de afecto formará personas con falta de empatía y compasión. De mayor tendrá muchos problemas para relacionarse con los demás, porque será incapaz de mostrar sus emociones.
Establezcamos normas y límites en la educación de nuestros hijos pero siempre pensando en lo mejor para ellos y basados en el amor.